María Gloria Trocello

Profesora de Ciencias Políticas
e Investigadora de la UNSL.

«La filosofía perenne nos enseña que por el principio de identidad lo que es, es y lo que no es, no es. De tal modo que lógicamente resulta verdadero aquello que no se encuentra en contradicción consigo mismo.

Así ocurre con las personas .

Así ocurre con las naciones . [1]

Calificar a la filosofía como perenne, es atribuirle una categoría excluyente y por ello invalidante de las concepciones que se opongan al modo pensar y valorar del autor. Al definirse a la identidad dentro de ese marco ideológico, sólo es posible pensarla como la unidad de uno mismo o «mismiedad».

El párrafo es un ejemplo acabado del uso del concepto de identidad que resulta peligroso, cuando los principios la lógica son aplicados a la conducta humana. Caponnetto prologa con aquellas palabras un libro titulado » La restauración de la identidad – En el IV Centenario de la Fundación de San Luis» que, en su contratapa sintetizando su contenido expresa:

» En vano se agitan tantas explicaciones baladíes sobre crisis nacional. En vano los expertos con sus encuestas, los comunicadores con su fruslerías y los políticos con su vulgaridades alcanzan; no pueden alcanzar la intelección profunda de lo que ocurre . Unos ni siquiera aciertan con el laberinto. Otros ignoran que se sale por lo Alto.

Cuestión de identidad, entonces; y de restauración como consecuencia. Pues la primera se ha perdido, y la segunda es un deber pendiente.

He aquí la tesis y a la vez el mérito de este libro» [2]

La cita tiene la primera intención de impactar a la razón. No deseamos – por ahora – discutir la validez filosófica o científica de esta forma de pensamiento, sino llamar la atención respecto de cómo en el texto seleccionado el termino «identidad» se construye discursivamente en un «universal» al que podría adjudicarse la categorías de bien supremo cuyo rescate solucionaría la «crisis nacional».

Como intención segunda -de realizar esta cita- es para convocar a otra reflexión, relacionada con construcciones discursiva peligrosas en los sistemas democráticos. Nos referimos a las situaciones en donde la mutación del sentido filosófico es ideológicamente funcional para legitimar sistemas de dominación.

En este trabajo intentaremos llamar la atención respecto de cómo los resabios esencialistas aparecen camuflados de cientificidad. Necesitamos responder a la pregunta ¿ es la identidad colectiva una sustancia predada o un producto histórico de luchas de poder ? que supone el posicionamiento epistemológico previo. Todo ello para dilucidar si el concepto identidad es una categoría teórica científicamente sustentable .

La reflexión epistemologíca [3] es interesada, toda vez que será el pilar para ejemplificar cómo en las condiciones de producción de los diversos discursos científicos, la dimensión ideológica es ineludible, toda vez que es la consecuencia de los juegos de poder que intentan imponer una concepción del mundo y en consecuencia de la ciencia.

El tema tiene además vigencia al encontrarnos en un mundo en donde la aparición de fundamentalismos generadores de conflictos parecen anteriores a la conformación el estado moderno. La caída del muro del Berlín vino a poner al descu-bierto terribles conflictos consecuencia de los sentidos de pertenencia a identidades colectivas. El islamismo resulta capaz de sorprendernos con realidades alucinantes y terribles. Además las identidades populares no se recortan conforme a la divisoria de clases. En nuestro país los partidos políticos ponen de manifiesto que las identidades políticas está conflicto- en especial el menemismo con la identidad peronista-. Se ha ido imponiendo el estudio de estos problemas como demanda de los acontecimientos ante los inquietantes procesos de deslegitimación del accionar de la política y el repliegue a lo privado como forma de la «cultura política» imperante; y quizá por ello los politólogos prestan entonces una atención especial a la «micropolítica» [4].

Algunas consideraciones en relación al término identidad

La polisemia del término identidad ayuda a generar confusión , veamos sólo algunos de sus múltiples significados. El primero tiene su origen matemático como identidad numérica o lógica. Trasladado a un plano ontológico se caracteriza como unidad de uno o igualdad del objeto consigo mismo o mismiedad.

Desde la psicología la cuestión no es sencilla pero en general se acuerda que la identidad personal requiere de un proceso de evolución psicológica que concluye en un sentimiento de mismiedad y continuidad que experimenta la persona en cuanto tal. El yo dinámico a través del tiempo. El sentimiento de identidad define al hombre como entidad independiente. Al haber perdido la unidad con la naturaleza debe ser capaz de sentirse a si mismo como sujeto de sus acciones.

El análisis organizacional ha generado el concepto identidad de las organizaciones [5], para tratar de la idea de permanencia de organizaciones e instituciones en desenvolvimiento histórico de su particularidad.

En la sociología y la ciencia política los científicos sociales acuerdan que estos sentidos no son aplicables a las identidades colectivas en tanto categorías teóricas . Existe un profundo debate respecto de la posible caracterización de las identidades colectivas y muy pocos acuerdos; creemos que ello responde no sólo a su polisemia, sino también a que existen diversos supuestos epistemológicos que sustentan lo que debe entenderse por identidad . Haremos en tal sentido un intento en este trabajo.

Otras consideraciones, pero ya para la reflexión epistemológica

De todas las formas en que es utilizado el término identidad nos interesa especialmente el problema de » la identidad colectiva». Con este término abarcaremos los fenómenos englobados a partir de múltiples denominaciones usadas en el lenguaje común y de las ciencias sociales: identidad nacional, ser nacional, pueblo, nación, regionalismos y provincialismo, identidad de clase, identidades culturales o sociales.

Para iniciar nuestra reflexión epistemológica ( que es realizada desde una práctica de investigación sociológica – antropológica) creemos indispensable hacer algunas consideraciones:

La primera es no pasar por alto que la noción de identidad acompaña el desarrollo del pensamiento occidental. No se debe olvidar que la ruptura con el pensamiento metafísico es un aspecto central a la historia de las ciencias humanas. En éste y en similares objetos el debate sociológico se enfoca en la necesidad de sustituir la cuestión de la esencia, el origen o la totalidad por la de funcionamiento, arbitrariedad, azar o cambio. [6]

La segunda reflexión apunta al problema central de las ciencias sociales: la naturaleza de sociedad, la forma como se concibe la dinámica social, Porque el concepto de sociedad conlleva una definición acerca de la naturaleza humana que alude a la cosmovisión filosófica del sociólogo que condiciona su elección a favor de un paradigma.

La tercera es que el proceso de socialización es la internalización de una visión de la realidad y es vivida por los individuos como «la realidad ¨ y esto es independiente de su validez científica.

Siempre ha sido preocupación epistemológica la diferenciación entre el pensamiento común y el científico. Al respecto explica Bourdieu » El modo de pensamiento sustancialista, que es el del sentido común – y del racismo – y que lleva a tratar a las actividades o las preferencias propias de ciertos individuos o ciertos grupos de una cierta sociedad en un cierto momento, como propiedades substanciales, inscriptas de una vez y para siempre en una suerte de esencia biológica – o lo que no es mejor – cultural, conduce a los mismos errores en la comparación no sólo entre sociedades diferentes, sino también entre períodos sucesivos de la misma sociedad.» [7]

UN «ESENCIALISMO» FÁCILMENTE RECONOCIBLE

Muchos cientistas sociales caen en la reificación(o esencialización) por suscribir un pensamiento esencialista que reconoce el mundo social como «realidades» por oposición a quienes los ven como «relaciones». Terminan recurriendo a categorías abstractas o metafísicas o a valores para intentar caracterizar estos conceptos . Un claro ejemplo es el de Ernesto Renán, que luego de hacer una pasaje por múltiples dimensiones para intentar definir una nación, termina concluyendo:

«Una nación es, pues una gran solidaridad constituida por el sentimiento de los sacrificios que se han hecho y de los que se está dispuesto ha hacer . Supone un pasado que se resume, sin embargo en el presente por un hecho tangible el consentimiento, el deseo claramente expresado de continuar la vida en común. [8]

Resumo señores el hombre no es esclavo ni de su raza, ni de su lengua, ni de su religión, ni de sus ríos, ni de la dirección de las cadenas de montañas. Una gran agregación de hombres, sana de espíritu y cálida de -corazón, crea una conciencia moral que se llama nación» [9]

El autor al iniciar la presentación de su investigación pretende presentar su discurso como «científico», explicitando que intentará explicar qué es una nación, y dice:

«Lo que intentaremos hacer es delicado es, casi una vivisección. Vamos a tratar a los vivos como suele tratarse a los muertos. Pondremos en ello la frialdad y la imparcialidad más absoluta» [10]

Las definiciones sociales de la realidad son de tipo esencialista y se presentan como una emanación de rasgos objetivos. Las solapadas formas reificadas se encubren en términos que presentan a la identidad como su producto. Nos dice Pérez Agote » La noción de Nación funciona socialmente como una noción de tipo metafísico, en el sentido de que se afirma que la realidad social es una Nación o no lo es, como si la Nación fuese una esencia inmutable» [11]

No olvidemos que lo mítico, lo religioso y lo ideológico son sistemas significantes que cargan de contenido al imaginario social [12], y si bien los discursos basados en posiciones dogmáticas o pretendidamente científicas no son epistemológica-mente sustentables, son fenómenos sociales de singular importancia para el científico social. A estos fenómenos se debe analizar, y será desde alguna perspectiva epistemológica. Y es aquí donde deseamos llamar la atención porque los actores sociales hablan en esencialidades y echan mano a esta construcciones para legitimar la dominación. En América Latina es el caso del discurso legitimador de los golpes de Estado que recurre a esencias inmutables anteriores al Estado de Derecho para justificar su violación.

La proclama con la que se presentaba la Junta Militar el 24 de marzo de 1976 anunciando que se iniciaba el proceso de reorganización nacional decía:

«Agotada todas las instancias del mecanismo constitucional, superada la posibilidad de rectificaciones dentro del marco de las instituciones y demostrada en forma irrefutable la imposibilidad de recuperación del proceso por sus vía naturales llega a su termino una situación que agravia a la Nación y compromete su futuro» .

La Nación está evidentemente reificada.

Más adelante expresa:

«Las Fuerzas Armadas desarrollarán durante la etapa que hoy se inicia una acción regida por pautas perfectamente determinadas por medio del orden, del trabajo, la observancia plena de los principios éticos y morales, de la justicia, de la organización integral del hombre, del respecto a sus derechos y dignidad; así la República llegara a la unidad de los argentinos y a la total recuperación del ser nacional …….»

La organización integral del hombre, el ser nacional , son sin duda marcas discursivas que denota el uso de esos esencialismo para justificar un régimen que debe intentar legitimar su instauración en valores que presenta previos al Estado de Derecho.

POSITIVISMO Y ESENCIALIDADES

Como bien recuerda Vasilachis [13], ya Comte había marcado que las especulaciones individuales y sociales pasan por tres estadio teóricos diferentes: 1) el teleológico que trata de acceder a la naturaleza de las cosas a través de explicaciones trascendentales: 2) el metafísico, que recurre a entidades abstractas para descubrir esa naturaleza y 3) el que se queda en las cosas mismas en intenta por la observación formular leyes positivas .

El paradigma positivista tiene como sustrato ideológico dos vertientes: a) el liberalismo político que concibe a la sociedad como consecuencia de un contrato entre los individuos en el que todos renuncian a hacer justicia por propia mano y se someten al soberano (Hobbes) o como sujetos que renuncian a parte de su libertad para someterse a la ley (Locke); y b) el liberalismo económico que concibe la idea de mercado como algo «natural» al que se debe permitir el despliegue sus leyes para la felicidad de los individuos.

El orden es la condición del progreso y se basa en un orden natural que tiene una legalidad propia de carácter objetivo porque no es producto de la voluntad o la conciencia de los individuos que lo conforman. » Es el carácter o la naturaleza de ese orden lo que funda la posibilidad de una ciencia; pero no de una ciencia en general sino de una ciencia determinada cuya característica más importante sería la objetividad: la independencia real del objeto respecto del sujeto fundamenta la posibilidad epistemológica y también la exigencia metodológica, que es el requisito de objetividad científica» [14]

Es sin duda Durkheim el sociólogo que aporta a la idea de que los hechos sociales son cosas con exterioridad a los sujetos susceptibles de medir y clasificar. Parsons para el análisis dinámico de la sociedad expone que » el sistema estructural funcional» es un tipo lógico de sistema teórico generalizado con categorías aplicables a los sistemas empíricos.

Como expresa Vasilachis de Gialdino en relación al positivismo: «tres son los puntos en torno a los que giran las distintas construcciones teóricas»:

la observación dirigida hacia hechos externos al investigador

la importancia de leyes derivadas de las regularidades observadas en los hecho y como fundamento de las explicaciones causales y el supuesto de la necesidad de teorías verificables» [15]

Las consideraciones efectuadas se encarnan en las epistemologías de Carnap, Popper y Lakatos, y el método hipotético deductivo es la herramienta más usada en la mayoría de los trabajo de investigación en ciencia sociales, que posteriormente produjo la reacción de aquellos científicos que se oponen a esta naturalización del mundo social. El pretender aplicar las reglas de la ciencias duras a la conducta humana es ampliamente criticado por los enfoques epistemológicos marxistas o por el hoy llamado paradigma de la complejidad o » nuevos paradigmas». Volveremos sobre esto.

EL POSITIVISMO Y SU FORMA DE ESENCIALIZAR LO SOCIAL

El positivismo presenta generalmente un discurso que tiene la pretendida función de liberar una naturaleza preexistente, lo que se logra por medio de la racionalidad, removiendo los obstáculos que impiden descubrir en las cosas su autonomía, no inventando leyes sino «descubriendo» las ya existentes. Así las leyes de mercado se formulan como hechos de la naturaleza, y allí radica justamente el poder de este discurso , en tanto que legitima desde la racionalidad «científica» un determinado orden social. La relación entre el pensamiento de Karl Popper -quizás el más sobresaliente del paradigma,- y la ideología neoliberal ha sido puesta de manifiesto por Jorge Vergara [16], probando la total correspondencia entre su pensamiento y el de Hayek. De este rico planteo nos interesa en especial cómo desde una teoría de la sociedad se distinguen dos fases históricas que corresponden a dos tipos de sociedad ; tribal o moderna (Hayek) y cerrada o abierta (Popper). Ambos autores centran estas dicotomías en que las primeras se rigen por leyes naturales y las segundas por leyes normativas o instituciones. «Las primeras son estrictamente inalterables e independientes de la acción humana . Las segundas -son mandatos y prohibiciones basados en la decisión y en la responsabilidad » [17].

En tal sentido acordamos con quienes llaman la atención respecto de la confusión que acarrean caracterizaciones de este tipo, como así también dicotomías tales como: sociedad tradicional y sociedad moderna, solidaridad mecánica y orgánica, sociedad de cambio institucionalizado, paso del status trasmitido al adquirido, de la reproducción a la producción, pues el «sentido metafísico de la identidad puede introducirse en este tipo de modelos cuando se piensa a la identidad en términos de igualdad de la sociedad consigo misma» [18] .

La ideología neoliberal subyace y si adherimos a la concepción althusseriana de que «toda ideología tiene como función ( que la define) ) construir a los individuos concretos en sujetos» [19], desde el discurso neoliberal se interpela para que los individuos se conviertan en sujetos libres pero dentro de una libertad » la libertad de mercado» . Hay entonces una caracterización esencialista de esta sociedad – «sociedad de mercado»- consecuencia de la ideología liberal subyacente que utiliza un discurso pretendidamente científico legitimante de un orden determinado en el que los sujetos se constituyen en » productores» o «consumidores». Desde el liberalismo político se los interpela a los sujetos como «ciudadanos» enmascarando tras la igualdad formal, las desigualdades existenciales.

MARXISMO Y LA IDENTIDAD DE CLASE

Si el orden es la condición del progreso para la ideología liberal , para el marxismo lo es el conflicto.- Marx y Engels critican al liberalismo político demostrando la falacia que significa considerar al hombre sólo ciudadano poniendo la atención en la relación de producción capitalista , que es desigual ( porque es un acto de explotación) y por lo tanto conflictiva.

A partir de esta caracterización podemos encaminar nuestra reflexión epistemológica atendiendo a la concepción de la historia que, en el pensamiento marxiano adquiere el carácter de ciencia y , por tanto regida por leyes. Marx aporta una concepción del hombre a partir de una relación «necesaria» la relación de producción y de un método, la dialéctica. Es lo que conocemos en el campo de la teoría como materialismo dialéctico y en el de la historia como materialismo histórico. La concepción de la sociedad a partir del conflicto (para expresarnos en términos estrictamente marxianos), se define por la lucha de clases. Las relaciones sociales están determinadas por las relaciones de producción – que son relaciones materiales – y que están a su vez determinadas por el desarrollo de las fuerzas productivas. Los conceptos antedichos, constituyen el modo de producción que determina cada etapa de la historia en virtud de una ley general (la dialéctica) que vincula elementos antagónicamene relacionados (las clases sociales) y de cuya lucha surge un cambio, que se da a partir de cambios totales o parciales en los contrarios y, que genera un tercer elemento a partir del cual se definirá el modo de producción que dará lugar a una nueva etapa de la historia.

En relación a nuestro tema de interés, es en este paradigma donde se problematiza la cuestión de las identidades a partir de la categoría de identidad de clase; como la posición de los agentes en las relaciones de producción, surgiendo otras formas de esencialismo. Y es cuando -a pesar de la dialéctica- la identidad de clase es definida en términos intereses o condiciones materiales objetivas independiente de la conciencia subjetiva de los actores sociales adquiriendo la característica de identidad inmediata , inconmovible o lógicamente necesaria.

Una posibilidad de esencialismo

En este tema cabe remarcar que la tentación de la totalidad que viene de la dialéctica hegeliana se cuela a veces en los discursos y puede más que el conflicto de los elementos antagónicos de la lucha de clases.

Hegel entiende a las identidades como el resultado mediato de un movimiento dialéctico de categoría complejas [20]. Lo social es opaco y complejo y sólo es posible transparentarse por medio de la reflexión. La historia y la sociedad tienen para Hegel un estructura racional e inteligible que sólo es posible detectar por medio de una astucia de la razón que reconduce la separación a unidad. Ahora bien , esta afirmación conlleva la noción de progreso masivo pero también la del mito de los orígenes según el cual el principio se encuentra latente en el devenir historico. Al decir Althusser «la totalidad hegelina es el desarrolla alineado de la idea.» [21] Pero este esencialismo surge también en el análisis científico en los casos en que desde perspectivas dialécticas se plantea la imposibilidad de constitución de una nación porque los juegos de poder impiden el despliegue de «lo popular» [22].

La hegemonia: ¿herramienta teórica del post-marxismo o escape a un nuevo paradigma?

Desde el pensamiento marxista o postmarxista se recurre al concepto de hegemonía para intentar explicar el carácter dinámico de las identidades sociales. Ernesto Laclau y Chantal Mouffe hacen un recorrido histórico del marxismo y la elaboración del concepto de hegemonía. [23] que tiene como eje de análisis las perspectivas esencialistas acerca de la constitución de identidades colectivas. Lo inician en los dilemas de Rosa Luxemburgo con el sujeto revolucionario que constituye su identidad clasista a nivel de las relaciones de producción, hasta lo que consideran el último esencialismo: «la economía «que obstaculiza el entender la construcción de la idea de hegemonía en el capitalismo tardío. Es el pensamiento de Gramsci el que opera de bisagra entre el esencialismo marxista denunciado y la nueva concepción de hegemonía que proponen Laclau y Mouffe fundada en el caracter relacional de toda identidad.» El pensamiento de Gramsci es el momento transicional en la deconstrucción del paradigma político esencialista del marxismo clásico. Para Gramsci el núcleo de toda articulación hegemónica continúa siendo una clase social fundamental» [24] En esa «clase social fundamental» gramsciana se esconde el último reducto del esencialismo de clase. Los autores intentan construir teóricamente el concepto de hegemonía explicando que » es el estallido de una concepción de la inteligibilidad de lo social que reduce sus distintos momentos al interioridad de un paradigma cerrado. No es la constitución de un vacío teórico que un nuevo concepto debe llenar, sino más bien la disolución de un concepto».

En su conceptualización de las identidades colectivas Ernesto Laclau y Chantal Mouffe adhieren a un sujeto que no se encuentra determinado por su posición de clase, sino que tiene múltiples posiciones de sujeto ( culturales, regionales, sexuales) que se sobredeterminan en un proceso de articulación hegemónica. Ese proceso genera las identidades colectivas. El concepto de hegemonía supone un campo teórico dominado por el idea de articulación. La articulación es una práctica que supone la presencia separada de elementos. Para ubicarnos en el campo de las articulaciones se debe renunciar a concebir a la sociedad como una totalidad fundante de sus procesos parciales y el orden social no puede ser concebido como un principio subyacente. Esto significa afirmar el carácter precario de las identidades.- La articulación explican es » una práctica que establece una relación tal entre los elementos que la identidad de estos resulta modificada como resultado de esa práctica. La totalidad estructura resultante de la práctica articulatoria la llamaremos » discurso». [25]- Lo discursivo se entiende en el sentido de conjunto de fenómenos de la producción social de sentido que constituye a la sociedad como tal. Se entiende al discurso como coextensivo a lo social. [26] También llaman la atención respecto del concepto de sobredeterminación que toman de Freud y aclaran que no es cualquier proceso de fusión o mezcla , sino que por el contrario es un tipo de fusión muy preciso que supone forma de reenvío simbólico y una pluralidad de sentidos. El relación al problema del sujeto, la afirmación del carácter discursivo de la posición de sujeto va unida al rechazo de la noción de sujeto como totalidad originaria y fundante. «La categoría sujeto esta penetrada por el mismo carácter polisémico, ambiguo e incompleto que la sobredeterminación acuerda a toda identidad discursiva». [27]

Sin duda el pensamiento de estos autores tienen su innegable origen marxista, pero recurren a préstamos categoriales del psicoanálisis, la semiótica , la genealogía acercándose a los nuevos paradigmas interpretativos de la realidad social.

LOS NUEVOS PARADIGMAS

Existe coincidencia de que vivenciamos un tiempo de apertura al surgimiento de nuevos espacios científico-culturales en donde la discontinuidad, la diferencia y el abordaje de la realidad a partir de reconocer la multiplicidad de ejes problemáticos, reemplaza a toda una etapa determinista y homogénea de visión de la historia. Y quizás por ello sean también múltiples las formas de nominar estos nuevos discursos científicos: paradigma de la complejidad, interpretativo, postmoderno, social-constructivista, construccionista etc. Todos pugnan por el reconocimiento de la comunidad científica en luchas de poder desigual en un campo dispersión generalizada..

Dentro de estos nuevos paradigmas en proceso de gestación elegimos la nominación de «paradigma de la complejidad» , por entender que es pertinente para calificar a las corrientes teóricas que en ciencias sociales reniegan del pensamiento disyuntivo y reductor y que intenta la explicación del todo a partir de la sumatoria sus partes. Es en la búsqueda de caracterizar este paradigma de la complejidad que Edgar Morin denuncia que en el hombre hay un doble pensamiento y dice «un pensamiento que llamaría racional, empírico, técnico , que existe de la prehistoria y es anterior a la humanidad … y… un pensamiento simbólico, mitológico y mágico . Vivimos permanen-temente en ambos registros» [28] . Es justamente en ambos registros y en la mutua implicancia desde donde entendemos que debe abordarse el problema de las identidades colectivas. Se trata de mirar a «las palabras y la cosas» y tratar encontrar la relación que las une: el sentido.

Es en este campo epistemólogico que hacen constantes triangulaciones teóricas [29] y a los efectos de nuestras reflexiones en torno al problema de la identidad creemos que los aportes de la dialéctica, el constructivismo, el estructuralismo y la semiósis social son esenciales.

Dejaremos algunos supuestos explicativos de nuestra concepción de social [30]:

Existe un mundo social capaz de poderse objetivar en estructuras independientes de la conciencia y de la voluntad de los agentes, es decir relaciones objetivas entre posiciones históricamente definidas.

Esas relaciones objetivas se incorporan a los agentes sociales constituyéndolos como sujetos históricos

Sólo son posibles las relaciones sociales si existe una inteligibilidad social compartida que se genera en las prácticas sociales .

Esa inteligibilidad compartida es el producto luchas de poder por imponer visiones de la realidad.

En este paradigma, son múltiples los abordajes desde los que se intenta explicar la naturaleza sociológica o antropológica de las identidades colectivas, pero tienen en común que los sujetos se constituyen interactuando unos con otros a través de prácticas individualizantes por medio de las cuales el sujeto se reconoce porque reconoce a los otros, y esas prácticas son consecuencia de relaciones de fuerzas por imponer visiones de la realidad.

Esas relaciones de fuerzas son relaciones poder y el poder necesita de verdades para circular, es decir necesita discursos hegemónicos que naturalizan lo social. Por ello interesa adentrarnos en las formaciones discursivas.

El discurso y la ideología

Creemos importante efectuar algunas aclaraciones frente a problemas habituales en la comprensión de la teoría del discurso. El hecho de la construcción de los objetos hacia el interior del discurso no colisiona con la existencia de un mundo exterior al pensamiento.

Que la aparición del sida sea visto como «desafío para la ciencia» o como «una de las señales del fin del mundo» depende la estructuración de un campo discursivo. El sida existe fuera del pensamiento pero puede articularse como objeto de manera muy diferente de acuerdo a que se transforme – merced a una práctica – de elemento exterior en momento interior a una formación discursiva.

A raíz de lo expuesto que debe rechazarse un prejuicio ampliamente difundido entre los cientistas sociales : el carácter mental del discurso . El discurso tiene materialidad toda vez que es una práctica productora de sentido que debe ser concebida como diferencia entre sus condiciones de producción y de recepción. El sentido » sólo existe en sus manifestaciones materiales, en las materias significantes que contienen las marcas que permiten localizarlo . El sentido producido que tradicionalmente se llama «conocimiento científico» aparece, ya bajo una forma práctica («efectos prácticos»: tecnológicas y operaciones sobre lo real) ya bajo una forma teórica (los discursos de la ciencia). [31]

Y es en los paquetes textuales compuesto una pluralidad de materias significantes : escritura -imagen; escritura-imagenes-sonido; imagen – palabra etc., en donde debemos – a través de la descripción de sus operaciones discursiva – bucear en la producción del sentido.

Nos dice Verón «Todo discurso esta sometido a condiciones de producción determinadas, Cuando estas condiciones conciernen a las determinaciones sociales que proceden de los mecanismos de base de la formación social, estamos en el dominio de lo ideológico. En este nivel no es posible distinción alguna entre una instancia » ciencia» y una instancia » ideología»… «La distinción entre la cientificidad y el efecto ideológico es un asunto de reconocimiento , no de producción. Lo que hace de un discurso un discurso científico es la neutralización del efecto ideológico como resultado de la relación que el discurso establece con sus relaciones con lo real …..en otras palabras: en un discurso es la exhibición de su ideológico lo que produce la cientificidad .»

En tal sentido es que hemos intentado proceder , explicitando cómo la concepción de la sociedad construidas desde los mitos y las ideologías en otro registro (el político) condiciona la forma del abordaje científico de un problema , en este caso el de las identidades colectivas.

Desde esta reflexión epistemológica creemos que Escalera Reyes acierta cuando explicita que el termino «identidad» se revela analíticamente inútil, puramente nominalista y carente de cualquier poder de explicación para el estudio de los colectivos sociales. Su empleo tiende a producir la idea de unidad del colectivo, no considerándose la capacidad de maniobra, siempre relativa a su posición con respecto al acceso a los recursos, que poseen los individuos y grupos que lo integran. El problema es que no se define lo que sea la identidad en cada caso, y cuando se hace, se equipara a cultura o a «realidad social». La noción de identidad se convierte así en una especie de fórmula mágica para traducir (reducir) la realidad. Como consecuencia, la identidad es todo y es nada al mismo tiempo, sirve para definir una sociedad, una cultura, unos valores, un sistema económico, un espacio, un tiempo..» [32]

Cabría entonces intentar avanzar sobre la posibilidad de análisis de este fenómeno en el marco de las «formaciones discursivas» que al decir de Foucault son epistemológicamente neutras. [33] Si bien este es un emprendimiento que va mucho más allá de las posibilidades de este trabajo , entendemos que es un desafío pendiente.

Ahora bien los actores sociales son percibidos y tratados como miembros de colectivos. Jóvenes o viejos, mujeres u hombres, hinchas de Boca o de River , argentinos, latinoamericanos, puntanos o mendocinos, los colectivos orientan las relaciones sociales. Son fenómenos a observar y no son un problema de conocimiento verdadero o falso, pues su configuración es histórica. Al investigador social no puede pasarle por alto que la efectividad del discurso histórico radica en su posibilidad de imponerse como verdad. La eficacia social se las ideas o creencias no depende de su verdad o falsedad , sino de los juegos de fuerzas que imponen su eficacia, de los juegos de poder para imponerse como falso o verdadero en el imaginario colectivo.

INTENTANDO DESCUBRIR LOS JUEGOS DE PODER

Si compartimos que las palabras constituyen a las cosas en contextos de discurso que generan la inteligibilidad social común, debemos insitir en que estos contextos son campo de lectura, productos de un proceso de lucha por la hegemonía ideológica para la construcción del sentido.

Adherimos al planteo de Gruner [34] cuando explicita que «la cultura es una forma de intervención en el espacio público que construye, de-construye, re-construye identidades sociales y sus posiciones relativas de poder». En este sentido la cultura un «campo» de fuerzas en permanente pugna, por imponer sistemas de representación, que organizan el universo según la lógica de los diversos intereses materiales y simbólicos; es decir la cultura como la lucha por el sentido.

La asimilación la cultura a la idea de hegemonía como construcción del sentido reactualiza la noción gramsciana de hegemonía. Gruner efectúa una singular triangulación teórica: el proceso dialéctico (hegemonía) de constitución de las identidades colectivas se hace inteligible a partir de las categorías del constructivismo y la semiosis: lucha por el sentido y gramática de reconocimiento.

La noción de hegemonía que nace históricamente como una necesidad estratégica para la conquista del poder por las clases dominadas, se constituye en una herramienta teórica de análisis histórico de las formas culturales de la dominación. Y, desde esta perspectiva de la hegemonía, puede entenderse la cultura de una sociedad histórica, es decir pensándola como un campo de poder, en el que se dirime el sentido que constituyen las identidades colectivas.

La articulación de posiciones de sujeto por un discurso hegemónico es también válido para Gruner que reconoce que las clases no son la únicas formas de identidad (social, política, sexual). En esto acuerda con Laclau -Mouffe, pero insiste en que no puede negarse el carácter determinante (sobredeterminante ) de lo económico en la constitución histórica de los sujetos.

Si bien cabe aceptar que las articulaciones identitarias son «irreconducibles a las determinaciones estructurales de tipo clasistas», no puede dejar de verse que es que justamente, son las determinaciones estructurales de base económica, las que hacer inteligible el proceso articulación de producción de «sujetos» en una formación social histórico concreta . En otras palabras la sobredeterminación no puede obviar nunca el componente de clase. Lo femenino es sin duda una interpelación en la constitución del género, pero lo es también y (sobredeterminado) en una determinada clase social. Se puede ser mujer, argentina, ama de casa, sanluiseña, madre , pero en cada una de estas posiciones de sujeto encuentra el proceso de reenvío simbólico que supone la sobredeterminación del componente de clase . No es lo mismo constituirse como «ama de casa» si se es de clase media que si su universo simbólico se desarrolla en una clase baja.(Aunque en esto reconocemos debamos redefinir el campo de lectura de » clases sociales» y eso no también excede este trabajo).

Para comprender el concepto de discurso hegemónico es indispensable recurrir a Gramsci, pero también desde otros campos de lectura redefinir el contexto de interpretación. Por eso siguiendo la propuesta de Gruner enumeramos los que consideramos los rasgos centrales del conjunto heterogéneo de prácticas culturales :

1. Las prácticas culturales están atravesadas por las ideologías, vale decir, «concepciones del mundo» que se manifiestan en producciones discursivas y rituales, dispositivos (en sentido foucaultiano) orientadores del «estilo de vida» por la mediación del sentido común.

2. Las prácticas ideológico-culturales no son por lo tanto, un epifenómeno «superestructural», sino una compleja estructuración de representaciones simbólicas que pasan a formar parte de la misma acción social.

3. Las prácticas ideológico-culturales se dan su existencia material en aparatos de «socialización» como la escuela, pero también informales y/o «microsociales» » clubes, círculos, etc.

4. Esos aparatos tiene la «función» social de conformar el espacio en el que los sujetos construyen su propia identidad y sus pautas de conducta.

5. Las prácticas ideológico-culturales no constituyen un bloque homogéneo, sino un bloque histórico (definido por Gramsci como una «formación social con hegemonía») donde coexisten diferentes «concepciones del mundo» con distintos grados de elaboración. Esa coexistencia no es armónica, pero para que pueda hablarse de «bloque histórico» es necesario que haya dominación por una de ellas.

6. Las «concepciones del mundo» tampoco constituyen un todo homogéneo: las prácticas ideológico-culturales están «estratificadas», con distintos grados de complejidad y coherencia. Esto es particularmente cierto en el caso de las «clases populares» , cuya cultura se presenta siempre altamente fragmentada y tiene un carácter ambivalente, justamente por estar sometida a la penetración de la cultura dominante.

Es este sentido, la «hegemonía» no es otra cosa que la conquista del sentido común o sea la posibilidad que tiene un grupo social de imponer el repertorio de objetos que «entran» y «salen» de la grilla cultural, así como sus «modos» de producción, circulación y consumo. Y el forma de entrada y salida es a través del discurso. Cuando el discurso tiene el «poder» suficiente para conquistar el sentido común decimos que es hegemónico.

EL POPULISMO: OTRO REDUCTO ESENCIALISTA

Todo lo anterior parece conducir, a una conclusión: no existe una contraposición nítida y en «bloque» entre una cultura de «élite» y otra cultura «popular» sino un amalgama fluido y contradictorio cuyo contenido dominante esta dado por el grado de hegemonía ideológica conquistado. «La noción de «lo popular» es, desde luego, un invento burgués -y, en ese sentido, un signo de su hegemonía.» [35]

Incluso el carácter «reaccionario» o «progresista» de una configuración cultural depende del tipo de «orientación» hegemonía que se le imprima: no hay una sustancia «popular» y otra «elitista» de la cultura. Y por otra parte «elitista» no es homologable, necesariamente a «reaccionario», ni «popular» a «progresista»: con frecuencia ocurre exactamente lo contrario, precisamente porque .. «alta sofisticación intelectual neutraliza su posible contenido «peligroso», y por consiguiente vuelve menos urgente su control ideológico (son muy escasas las posibilidades de que un obrero tenga verdadero acceso a la lectura y comprensión de El Capital), mientras que el carácter «publico» de la cultura de «masas» requiere una vigilancia y penetración muy atenta». [36]

Los pensadores latinoamericanos suelen dejarse encandilar por una identificación falsamente rousseauniana entre «lo popular» y lo esencialmente «bueno». Pero además a consecuencia de los procesos de globalización se produce una desterritorialización no solamente geográfico-nacional, sino también social; cada vez resulta más difícil establecer criterios analíticos confiables para diferenciar los espacios de lo «popular» y lo «culto».

«Lo popular» es una construcción histórica, producto de luchas de poder tratando de imponer su representación en el imaginario. Las palabras constituyen a las cosas en un contexto de discurso construyendo la inteligibilidad compartida y cuando se interpela a «lo popular» como «lo bueno» se impide bucear en la génesis de constitucióndel sentido común compartido. El populismo entonces se filtró en el discurso científico [37] . Esto ocurre cuando se renuncia a criticar el sentido común popular, aun habiendo aceptado que este sentido común representa el congelamiento de elementos propios de la ideología dominante.

Siempre una lucha…..

La «restauración de la identidad era solicitada en nuestro inicio por Caponnetto, y su discurso desembozaba una esencialidad dogmática. Allí no era posible el pensamiento científico . Desde la reflexión epistemológica intentamos descubrir los juegos de poder que permean el discurso científico desde diversos paradigmas. También en el discurso científico – y en especial en las ciencias del hombre – los juegos de poder intentar imponer un mirada de los social, en nuestro caso el de las identidades colectivas. Propusimos entonces «mirar» desde otros contextos de interpretación – los nuevos paradigma-, pero sin olvidar que éstos son igualmente el cambiante producto de un proceso de lucha por imponer el sentido, o mejor por la hegemonía, en el campo de la ciencias sociales.

Notas

* La presente es un versión revisada de la ponencia de igual nombre presentada al Congreso » Transformaciones del Estado en la Sociedad Moderna» Universidad Nacional de Rosario. 28 al 30 de abril de 1997.

[1] CAPONNETTO, Antonio en el Prólogo» La Restauración de nuestra identidad — En el IV Centenario de la Fundación de San Luis» Eduardo Rodolfo Amitrano. Scholastica Bs. As. 1994.

[2] AMITRANO Eduardo R. » La Restauración de nuestra identidad – En el IV Centenario de la Fundación de San Luis». Scholastica Bs. As. 1994.

[3] Adherimos a la idea de que las ciencias sociales sociología requiere de una reflexión epistemológica como actividad cotidiana de la investigación. Siguiendo a Irene Vasilachis de Gialdino, entendemos que «la epistemología aparece como una disciplina acabada resultado del pensamiento del filósofo que piensa para ahora y para siempre las reglas que han de regir todo tipo de proceso de investigación. Al emprender la reflexión epistemilógica desde la praxis de la investigación hacemos una reflexión de primer grado por que la realiza el cientifico respecto de su propia actividad y no el filósofo sobre la actividad del científico». VASILACHIS DE GIALDINO, Irene ¨Métodos cualitativos 1 ‘ Los problemas teórico epistemológicos¨ Centro Editor de América Latina. Bs As. 1992. Creemos además que es desde este lugar desde donde modestamente podemos aportar algunas hipótesis para seguir debatiendo. Dos supuestos necesarios para poder efectuar la reflexión espitemológica: (Ob. Cit)

1) los interrogantes epistemológicos no son comunes a todas las disciplinas científicas y sus respuestas no configuran un saber a priori a partir del cual se encara la actividad de investigación….

2) la práctica de la investigación en ciencias sociales nos muestra la presencia simultáneas de una pluralidad de métodos que es posible aplicar a un objeto determinado o un fenómeno social.

[4] Valga sólo recordar que en el primer Congreso de Análisis Político ‘» El malestar en la democracia» Huerta Grande 1993 presentamos un trabajo sobre la construcción de la identidad puntana, en completa soledad acerca de esta temática, En el segundo Congreso Nacional de Análisis Político (Mendoza 1995)su propia idea convocante » Globalización Entre la integración o el conflicto» exigía que esta categoría fuese una invitada especial. El problema ha rebasado el campo de la antropología política para pasar al de la teoría politica, imponiendo el uso el término de micropolítica para aquellas relaciones personales constituidas en el campo de la cultura política.

[5] Schvarstein, Leonardo- Etkin Jorge. Identidad de las Organizaciones. Paidos. Bs.As. 1987. Enríquez Eugene. L’Organitation en analyse. PUF. París.Kaes, Enriquez otros. La Institución y las Instituciones. Paidos. 1989.

[6] La idea esta tomada de PEREZ AGOTE. Alfonso. La reproducción del nacionalismo. El caso vasco. Centro de investigaciones sociológicas. Siglo XXI. Madrid. 1986.

[7] BOURDIEU. P. «Raisons practiques»,Ed du Seuil, París. Pag.18-19. Citado por Alicia GUTIERREZ en «Pierre Bourdie. Las Practicas Sociales» Editorial Universitaria. U.N. de Misiones. Posadas 1995.

[8] RENAN Ernesto Qué es una nación.Centro de Estudios Constitucionales. Madrid.1983 Pag. 38- Catedrático de la Universidad de Murcia

[9] RENAN E, Ob. Cit. Pag 40

[10] RENAN E, Ob. Cit. Pag 8

[11] PÉREZ AGOTE Ob. Cit..

[12] ANSART, Pierre. «Ideologías, conflictos y poder» en El Imaginario Social. Eduardo Colombo Comp. Montevideo. Tupac. 1989. A

[13] Ob. Cit.Pag 36 a 39

[14] ARGUMEDO Alcira :»Los silencios y las voces de América Latina». Ediciones del Pensamiento Nacional. Bs. As. 1993.Pag 96. Referenciado de cita a Olsson, Gunnar en ¨ Notas sobre el pensamiento nacional ¨ Antropología tercer mundo. Nro 5. Bs. As 1970.¨

[15] VASILACHIS DE GIALDINO, Ob. Cita. Pag. 39.

[16] VERGARA Jorge «Poper y la Teoría política neoliberal» Crítica y Utopía Bs. As

[17] VERGARA J. Ob Cit…..’ La correspondencia ideológica también es puesta de manifiesto también por VASILACHIS DE GIALDINO (Ob Cit.pag. 41) que remarca que el individualismo metodológico poperiano es ideológicamente compatible con la idea de a la sociedad como la sumatoria de interacciones individuales.

[18] PÉREZ AGOTE A. Ob Cit. El autor ejemplifica diciendo: «una sociedad parece tener una identidad tanto más fuerte cuanto su cambio sea menos rápido y reproduzca de manera más exacta sus códigos de conducta». La cita es Alain Touranine.Les deux faes de l,identitté en P. Tap. (ed.) Identités Collectives et Changements sociaux. Toulouse. Privat. 1980.

[19] ALTHUSSER, L.(1969) Ideología y aparatos ideológicos del estado. citado por GRUNER Ernesto ¿Otro discurso sin sujeto? Apuntes sobre el poder, la cultura y las identidades sociales. Revista «El cielo por asalto»Bs.A., verano 1990/91-

[20] Es la caracterización que efectúa Federico S. Schuster en «En busca de la Identidad » en Globalización, Integración e Identidad Nacional, Mario Rapoport comp. Grupo Editor Latinoamericano.Bs. As.1944.

[21] ALTHUSSER,L. «La revolución teórica de Marx’. México. Siglo XXI. 21 Ed. 1985. citado en LACLAU, Ernesto y MOUFFE, Chantal «Hegemonía y estrategia socialista» Ed. Siglo XXI. Madrid. 1989. Pag 110.

[22] Guyot, Marincevic, y Luppi adhieren a la constitución dialéctica e histórica de los sujetos colectivos toda vez que se expresa «En primer lugar surge la idea de que la identidad está sujeta a procesos vitales de la sociedad que tienen que ver intrínsecamente con las situaciones históricas que atraviesan a los sujetos constituyéndolos, permitiéndoles, a su vez, modificarlas.» Pero luego al exponer «….El sujeto portador de la identidad nacional, no es un sujeto individual, que descubre de pronto quién es, sino un sujeto concreto que a su vez se encarna y cobra vida en un sujeto plural, en una comunidad. No es un «yo» sino un «nosotros».. la idea de sujeto portador puede dar lugar a entender que existe » lo portado»; y un sujeto que «se encarna».Entendemos que este discurso esencializa la identidad. Y también cuando se expresa…» en el devenir histórico se pueden rastrear distintas expresiones particulares de la identidad nacional.» Pareciera que existe una identidad nacional que va adoptando distintos ropajes conforme su devenir. Se reclama un tiempo «donde podamos ser» y se entiende a través de un discurso liberador una tarea en la lucha de «la dialéctica entre las posibilidades de las identidades nacionales y los impedimentos con que históricamente nos encontramos para realizar su concreción». Independiente de nuestra adhesión ( también ideológica) al planteo resolutorio de una problemática política creemos que el planteo científico de los autores supone un apriori, un deber ser que esta mediado por lo ideológico. GUYOT, Violeta; MARINCEVIC, Juan y LUPPI Alberto. «PODER SABER LA EDUCACION -De la teoría educativa a las prácticas docentes-» Lugar Editorial, 1992, pag. 75. El resaltado es nuestro.

[23] LACLAU, Ernesto y MOUFFE, Chantal «Hegemonía y estrategia socialista» Ed. Siglo XXI. Madrid. 1989.(1989.pag 132 y ss

[24] LACLAU, Ernesto y MOUFFE, Chantal Ob. Cit.pag 80 y 81

[25] LACLAU, Ernesto y MOUFFE, Chantal Ob. Cit.pag 119

[26] La impronta foucaultiana es reconocida por Laclau y Mouffe al explicitar que » el tipo de coherencia que atribuimos a una formación discursiva es cercano al concepto de «formación discursiva» elaborado por Foucault : la regularidad en la dispersión» En La arqueología del saber, Foucault, rechaza cuatro hipótesis que revelarían un formación discursiva – 1) la referencia a un sólo y mismo objeto; 2) forma y tipo de encadenamiento de los enunciado, 3) el sistema de conceptos permanentes y coherentes que se encuentran en juego y 4) la identidad y persistencia de los temas.- y propone describir sistemas de dispersión gobernados por reglas de formación. Foucault M. La Arqueología del Saber. Siglo XXI,México 1996

[27] LACLAU, Ernesto y MOUFFE, Chantal Ob. Cit.pag 110

[28] MORIN, Edgar. «Epistemología de la complejidad» en Nuevos Paradigmas Cultura y Subjetividad, Dora Fried Schnitmann Cop. Paidos. Bs As 1994.

[29] En los términos de VASILACHIS DE GIALDINO,Ob. Cit.

[30] La caracterizaron de los supuestos estructuralistas y constructivistas son tomados del análisis que hacer Alicia Gutiérrez de la obra de Pierre Bourdie. La categorías de semiosis social es conforme la caracterización de Eliseo Verón. La idea de poder y de luchas de poder, es conforme al pensamiento de Michel Foucault.

[31] VERON, Eliseo Ob. Cit. Pag15 en «La semiosis social» Gesida Bs As.1987

[32] ESCALERA Reyes J. Identidad/ Identificaciones:una propuesta de revisión conceptual. VI Congreso de Sociología. Granada.Es. 1995.

[33] Michel Foucault en su » Contestación al circulo de epistemología», expone: En las «ciencias humanas», consagradas a la polémica, entregadas al juego de las preferencias o de los intereses, tan permeables a temas filosóficos o morales, tan cercanas en algunos casos a la utilización política, tan cercanas a ciertos dogmas religiosos, es legítimo, en primera instancia suponer que cierta temática es capaz de ligar y de reunir como un organismo que tiene sus necesidades, su fuerza interna y sus capacidades de supervivencia, un conjunto de discurso.(pag.109)…Lo que permite individualizar un discurso y concederle una existencia independiente, es el sistema de los puntos de elección que deja libre a partir de un campo de objetos dados, a partir de una gama enunciativa determinada, a partir de un juego de conceptos definidos en su contenido y en su utilización………Cuando en un grupo de enunciados, pueden situarse y describirse un referencial, un tipo de separación enunciativa, una red teórica, un campo de posibilidades estratégicas, podemos estar seguros que pertenecen a lo que podría llamarse una formación discursiva…(pag 111).Las formaciones discursivas, no son pues, ni ciencias actuales en vías de gestación, ni ciencias antes reconocidas como tales y luego obsoletas y abandonadas en función de las nuevas exigencias de nuestros criterios. Son unidades de una naturaleza y un nivel diferente de lo que hoy se llama ciencia. Para caracterizarlas no es pertinente la distinción entre lo científico y no científico: son epistemológicamente neutras. FOUCAULT, Michel «El discurso del poder» Pres. O. Terán. Folio

[34] GRUNER. G. ¿Otro discurso sin sujeto? Apuntes sobre el poder, la cultura y las identidades sociales Rev. «El cielo por asalto» Bs.As., verano 1990/91

[35] GRUNER. G. Ob. Cit.

[36] GRUNER. G. Ob. Cit

[37] HERNANDEZ ARREGUI, Juan José » Qué es el ser nacional» Bs. As Plus Ultra 1973. JAURECHE Arturo. «FORJA y la década infame» Bs. As Lillo, 1973. También el algunos momentos del pensamiento de Alcira Argumedo cuando contrapone patrones socio-culturales oligárquico señorial y su contrapartida en popular. Ob. Cit. pag 151.

Identidad colectiva: ¿Esencia o discurso? Una confusión peligrosa.

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